Con el transcurso de las clases, en las que hemos hecho un repaso de los currículos de ESO, BACHILLERATO, FP y EOI, he podido reflexionar sobre una problemática acuciante: ¿por qué tenemos un tan bajo nivel de inglés en España?
Por lo que hemos podido comprobar, tras el análisis de los decretos, parece que entre Gobierno de Estado, Gobierno autonómico, Ministerio de Educación y centros educativos tienen bien diversificadas y descentralizadas sus funciones como agentes de la comunidad educativa. Asimismo, con las últimas leyes educativas, cada vez la presencia de los idiomas extranjeros está más latente en los currículos y, por lo tanto, obtienen un mayor peso y relevancia en nuestra educación. Además, la adquisición de competencias y no de simples contenidos ya está en la base de nuestro sistema. Hemos podido transformar, en mayor o menor medida, un sistema tradicional en un sistema innovador, con un aprendizaje más activo y menos memorístico. Entonces..., ¿ qué falla?, ¿no es lo suficientemente "activo"?, ¿los centros no han sabido ejecutar los elementos del currículo como se esperaba?
Son diversas las fuentes en las que he consultado para que me diesen algo de luz sobre los motivos de nuestro poco éxito en lenguas extranjeras. Así, desde el quiosco digital Magisnet, hacen un resumen estadístico de los países mejor y peor posicionados en términos del idioma, y parece que España se encuentra por debajo de lo deseable, mientras que los países nórdicos (Suecia, Finlandia, Dinamarca o Noruega) se sitúan en cabeza.
En azul los países con nivel muy alto, en verde con nivel medio, amarillo bajo y naranja muy bajo.
El artículo publicado por Adrián Arcos en Magisnet, sostiene que no solo se trata de un problema de falta de inversión en educación (que también) sino que se observa un estancamiento con los años, es decir, a partir de los 18, nuestros jóvenes no progresan en el aprendizaje del idioma. También es palpable una gran brecha generacional: los adultos y ancianos tienen un escaso o inexistente manejo del idioma de Shakespeare en contraste con las nuevas generaciones. La academia Vaughan, en 2017, salió a la calle para comprobar el nivel de inglés de la población media. Y este es el resultado...
Es evidente que tenemos carencias en este sentido. Y vemos, que no solo se trata de una problemática generacional, sino que entre los más jóvenes hay dificultades. Y es que, uno de los entrevistados pudo haber dado con la clave: "no lo desarrollamos". Esto es, quizás el hándicap no se encuentre exclusivamente a nivel académico y curricular, sino que fuera de las paredes de un centro educativo, el idioma no se pone a prueba. Aprendemos inglés para aprobar y superar ciertas pruebas, pero no lo aprendemos para mejorar por nuestra cuenta y ser independientes, pese a que las exigencias laborales en este sentido son cada vez mayores. Semeja, por tanto, no ser tanto un problema que se halle en el currículo o en la distribución de las horas de clase de esta materia (estipuladas en 3h/semana en la primaria española frente a las 2 horas/semana de la finesa, por ejemplo), sino más bien de: una instrucción tardía en el idioma, un enfoque totalmente teórico del mismo, una cultura poco abierta a los idiomas y una escasa exposición a los mismos en contextos educativos no formales.
De acuerdo con UPSOCL, Finlandia, con alarde de tener uno de los mejores sistemas educativos de la UE, se plantea para este 2020 eliminar progresivamente la enseñanza de asignaturas independientes para estudiar en base a temas. De forma que, en vez de aprender Geografía e Inglés de manera separada, se les pedirá a los educandos que analicen, por ejemplo, el clima de diversos países y lo expongan. Tratarán con esto de que el estudio sea algo conjugado y transversal, procurando que desaparezca la pregunta que todo estudiante nos hemos hecho alguna vez: ¿para qué me sirve estudiar esto?
Quizás, entonces, desde mi visión personal, también en nuestra escuela seguimos sin enfocar correctamente la competencia aprender a aprender, la competencia cultural y la de iniciativa y espíritu emprendedor. Seguimos sin encontrarle un sentido a los contenidos que aprendemos más allá de la obtención de un título. ¿Sería interesante implementar este revolucionario método finés del estudio por temáticas también en nuestro país? El debate está abierto...
Parece que en los últimos años, España ha ido sufriendo un vaivén de políticas educativas a medida que ha ido cambiando el signo del Gobierno. Es bien sabido que el germen del cambio surgió a partir de los últimos años de vida de Franco, a finales del S.XX, y el paso hacia una democracia. 1977 y 1986 fueron dos años que marcaron un antes y un después en la historia de nuestro país. Tanto la entrada en un nuevo sistema político democrático, como la inclusión en la comunidad europea, trajo consigo una evolución política, social y económica. No obstante, ya han pasado más de 40 años desde entonces y las leyes educativas han cambiado a una velocidad de vértigo.
Antaño, el objetivo estaba puesto en conseguir una alfabetización masiva de la población y una cualificación básica y obligatoria. Pues bien, ¡objetivo cumplido!✔️ La Ley General de Educación de 1970 fue el primer paso para ello. Pero, la industrialización y el mercado laboral exigía más y más. En 1990, la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) reestructura los niveles de enseñanza en: infantil de 3 a 6 años, primaria desde 1º a 6º curso, secundaria de 1º a 4º y un Bachillerato de dos cursos. ¡Comienza la ESO! Y con ella, la obligatoriedad de escolarizarse hasta los 16 años. Todo apuntaba alto, la competitividad y la visibilidad en el mercado europeo e internacional requería de estos cambios. Challenge accomplished ✔️ ... Sin embargo, a partir de entonces, el foco estuvo puesto en la "calidad de la educación", y comienzan a sucederse tantas leyes como gobiernos: LOPEG (PSOE), LOCE (PP), LOE (PSOE), LOMCE (PP). Algunas llegaron a aplicarse, otras ni siquiera entraron en vigor.
¿Qué está pasando?...
Incertidumbre, inestabilidad, malestar entre la comunidad educativa. Los medios de comunicación han salido a la calle para entrevistar a profesores y padres y conocer su opinión acerca de las últimas y más polémicas leyes. Entre las quejas se encuentran el hecho de que "la mejora de la calidad de la educación no tiene una consecución real", "falta de medios", "recortes en educación", "no son leyes consensuadas con toda la comunidad educativa", etc.
Click para ver la lluvia de opiniones del profesorado en 2013.
Sin embargo, no parece que en 2020 la tendencia haya mejorado y seguimos sumidos en una falta de consenso. El anteproyecto de la nueva reforma educativa conocida como LOMLOE o Ley Celaá está siendo, de nuevo, objeto de sendas protestas y críticas. Así pues, ya se ha creado la Plataforma más Plurales, más Iguales, más Libres en defensa de la escuela concertada, entre otros.
Como bien resumen y esquematizan Berengueras Pont y Vera Mur, en su artículo Las leyes de educación en España en los últimos 200 años, en los últimos años, se ha dado una constante actividad legislativa, que ha generado dudas e inconsistencias en la praxis diaria de los docentes. Las conclusiones que extraen de su análisis Pont y Mur, son aproximadamente las mismas que extraigo yo misma y, probablemente, las voces de muchos profesionales de la educación: ¡pacto político sobre educación!
He aquí otro gran debate social. El experto en políticas educativas y director de la Oficina Internacional de Educación de la UNESCO, José Antonio Marina, explica en su blog lo que supone un pacto educativo y su postura al respecto.
Y es que, a mi juicio, cuando un "un tema tiende a empantanarse en discusiones sin término", como bien indica Marina, no semeja que la solución o, al menos la tentativa de solución, sea otra que instaurar un pacto por la educación. Uno con el que se asienten firmes y sólidas unas bases mínimas e inamovibles, las cuales conformen un marco general e impermeable a los cambios de gobierno. Aunque desde la cúpula gubernamental se insista en que sanidad o educación son temas centrales en la mesa de debate, en la práctica no parece que así lo sea, puesto que los objetivos prioritarios (reducir la tasa de abandono escolar, la atención a la diversidad, el plurilingüismo o la digitalización) no han sido fructíferamente esclarecidos e implementados. Más bien, la educación ha supuesto un arma arrojadiza más entre los partidos de derecha e izquierda. Motivo por el cual elementos, a mi parecer, tan poco trascendentales en estos momentos, como la eterna lucha entre la asignatura de Religión o la de Ed. para la Ciudadanía u otorgarle más o menos peso a las lenguas cooficiales, son constantemente cambiados cada 4 años. A la vista está que en 40 años de democracia estemos ya por la octava ley educativa y ningún cambio especialmente óptimo o positivo haya sido contemplado.
A pesar de ello, hay voces que se posicionan en contra de dicho idílico pacto, por considerarlo totalmente "papel mojado". Así lo indica una filóloga riojana y profesora de educación física en el diario digital Actuall. Y es que, ella considera que será un acuerdo ilusorio, a partir del cual, cada región y cada autonomía se tomará absoluta libertad en las cuestiones de educación y, de nuevo, seguiremos sin unión y sin consenso como Estado.
Desde mi particular punto de vista, el acuerdo es necesario siempre que se establezcan realmente unos pilares mínimos y comunes para todos, para evitar en la medida de lo posible el guirigay y el descontento de la población, que repercute además en la motivación y el trabajo del profesorado y, por ende, en los alumnos.
Por otra parte, si enfocamos únicamente el tema que nos concierne para esta materia (las lenguas extranjeras) parece también que será necesario un pacto para el entendimiento. La ejecución del plurilingüismo en las aulas, aunque ya se está llevando a cabo, no está teniendo gran éxito dado que seguimos con profesorado poco formado en idiomas y escasa motivación del alumnado para estudiar nuevas lenguas. Esto hace que asignaturas como música o biología, impartidas en inglés en secundaria en algunos centros, se conviertan en un verdadero reto para muchos alumnos con una base ínfima en el idioma. Y aquí es donde las diferencias entre autonomías también son palpables. Así, conforme a los datos publicados por Business Insider de 2018, comprobamos que, por ejemplo, en Cataluña el nivel de inglés obtenido por el alumnado es superior al que tienen en Andalucía, por lo que el plurilingüismo en las aulas catalanas no supone para ellos un hándicap. Cuestión esta que debería ser tenida en cuenta para equiparar unas comunidades con otras.
Una vez más, la unión hace la fuerza. Pactar es el primer paso para la apuesta por la "calidad de la educación" que tanto se lleva persiguiendo en la última década.
Este debate sobre el pacto educativo ha sido planteado durante la primera sesión del tema 1 de "Linguas estranxeiras no contexto nacional e internacional" y me ha parecido interesante indagar y profundizar un poco más acerca del porqué de tanto revuelo legislativo en los últimos años y mi visión al respecto.
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