Parece que en los últimos años, España ha ido sufriendo un vaivén de políticas educativas a medida que ha ido cambiando el signo del Gobierno. Es bien sabido que el germen del cambio surgió a partir de los últimos años de vida de Franco, a finales del S.XX, y el paso hacia una democracia. 1977 y 1986 fueron dos años que marcaron un antes y un después en la historia de nuestro país. Tanto la entrada en un nuevo sistema político democrático, como la inclusión en la comunidad europea, trajo consigo una evolución política, social y económica. No obstante, ya han pasado más de 40 años desde entonces y las leyes educativas han cambiado a una velocidad de vértigo.
Antaño, el objetivo estaba puesto en conseguir una alfabetización masiva de la población y una cualificación básica y obligatoria. Pues bien, ¡objetivo cumplido!✔️ La Ley General de Educación de 1970 fue el primer paso para ello. Pero, la industrialización y el mercado laboral exigía más y más. En 1990, la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) reestructura los niveles de enseñanza en: infantil de 3 a 6 años, primaria desde 1º a 6º curso, secundaria de 1º a 4º y un Bachillerato de dos cursos. ¡Comienza la ESO! Y con ella, la obligatoriedad de escolarizarse hasta los 16 años. Todo apuntaba alto, la competitividad y la visibilidad en el mercado europeo e internacional requería de estos cambios. Challenge accomplished ✔️ ... Sin embargo, a partir de entonces, el foco estuvo puesto en la "calidad de la educación", y comienzan a sucederse tantas leyes como gobiernos: LOPEG (PSOE), LOCE (PP), LOE (PSOE), LOMCE (PP). Algunas llegaron a aplicarse, otras ni siquiera entraron en vigor.
¿Qué está pasando?...
Incertidumbre, inestabilidad, malestar entre la comunidad educativa. Los medios de comunicación han salido a la calle para entrevistar a profesores y padres y conocer su opinión acerca de las últimas y más polémicas leyes. Entre las quejas se encuentran el hecho de que "la mejora de la calidad de la educación no tiene una consecución real", "falta de medios", "recortes en educación", "no son leyes consensuadas con toda la comunidad educativa", etc.Sin embargo, no parece que en 2020 la tendencia haya mejorado y seguimos sumidos en una falta de consenso. El anteproyecto de la nueva reforma educativa conocida como LOMLOE o Ley Celaá está siendo, de nuevo, objeto de sendas protestas y críticas. Así pues, ya se ha creado la Plataforma más Plurales, más Iguales, más Libres en defensa de la escuela concertada, entre otros.
Como bien resumen y esquematizan Berengueras Pont y Vera Mur, en su artículo Las leyes de educación en España en los últimos 200 años, en los últimos años, se ha dado una constante actividad legislativa, que ha generado dudas e inconsistencias en la praxis diaria de los docentes. Las conclusiones que extraen de su análisis Pont y Mur, son aproximadamente las mismas que extraigo yo misma y, probablemente, las voces de muchos profesionales de la educación: ¡pacto político sobre educación!
He aquí otro gran debate social. El experto en políticas educativas y director de la Oficina Internacional de Educación de la UNESCO, José Antonio Marina, explica en su blog lo que supone un pacto educativo y su postura al respecto.
Y es que, a mi juicio, cuando un "un tema tiende a empantanarse en discusiones sin término", como bien indica Marina, no semeja que la solución o, al menos la tentativa de solución, sea otra que instaurar un pacto por la educación. Uno con el que se asienten firmes y sólidas unas bases mínimas e inamovibles, las cuales conformen un marco general e impermeable a los cambios de gobierno. Aunque desde la cúpula gubernamental se insista en que sanidad o educación son temas centrales en la mesa de debate, en la práctica no parece que así lo sea, puesto que los objetivos prioritarios (reducir la tasa de abandono escolar, la atención a la diversidad, el plurilingüismo o la digitalización) no han sido fructíferamente esclarecidos e implementados. Más bien, la educación ha supuesto un arma arrojadiza más entre los partidos de derecha e izquierda. Motivo por el cual elementos, a mi parecer, tan poco trascendentales en estos momentos, como la eterna lucha entre la asignatura de Religión o la de Ed. para la Ciudadanía u otorgarle más o menos peso a las lenguas cooficiales, son constantemente cambiados cada 4 años. A la vista está que en 40 años de democracia estemos ya por la octava ley educativa y ningún cambio especialmente óptimo o positivo haya sido contemplado.
A pesar de ello, hay voces que se posicionan en contra de dicho idílico pacto, por considerarlo totalmente "papel mojado". Así lo indica una filóloga riojana y profesora de educación física en el diario digital Actuall. Y es que, ella considera que será un acuerdo ilusorio, a partir del cual, cada región y cada autonomía se tomará absoluta libertad en las cuestiones de educación y, de nuevo, seguiremos sin unión y sin consenso como Estado.
Desde mi particular punto de vista, el acuerdo es necesario siempre que se establezcan realmente unos pilares mínimos y comunes para todos, para evitar en la medida de lo posible el guirigay y el descontento de la población, que repercute además en la motivación y el trabajo del profesorado y, por ende, en los alumnos.
Por otra parte, si enfocamos únicamente el tema que nos concierne para esta materia (las lenguas extranjeras) parece también que será necesario un pacto para el entendimiento. La ejecución del plurilingüismo en las aulas, aunque ya se está llevando a cabo, no está teniendo gran éxito dado que seguimos con profesorado poco formado en idiomas y escasa motivación del alumnado para estudiar nuevas lenguas. Esto hace que asignaturas como música o biología, impartidas en inglés en secundaria en algunos centros, se conviertan en un verdadero reto para muchos alumnos con una base ínfima en el idioma. Y aquí es donde las diferencias entre autonomías también son palpables. Así, conforme a los datos publicados por Business Insider de 2018, comprobamos que, por ejemplo, en Cataluña el nivel de inglés obtenido por el alumnado es superior al que tienen en Andalucía, por lo que el plurilingüismo en las aulas catalanas no supone para ellos un hándicap. Cuestión esta que debería ser tenida en cuenta para equiparar unas comunidades con otras.
Una vez más, la unión hace la fuerza. Pactar es el primer paso para la apuesta por la "calidad de la educación" que tanto se lleva persiguiendo en la última década.
Este debate sobre el pacto educativo ha sido planteado durante la primera sesión del tema 1 de "Linguas estranxeiras no contexto nacional e internacional" y me ha parecido interesante indagar y profundizar un poco más acerca del porqué de tanto revuelo legislativo en los últimos años y mi visión al respecto.
¡Una reflexión muy interesante!
ResponderEliminarLa verdad es que no puedo estar más de acuerdo contigo, especialmente en cuanto a la necesidad de un pacto por la educación. Parece claro que no se conseguirá estabilidad y mejora educativa hasta que esto no se lleve a cabo. Además, es muy difícil saber si las medidas implementadas tienen éxito o no si no tienen suficiente tiempo para demostrar sus resultados.
Me parece también muy interesante que menciones que el profesorado de lenguas extranjeras está poco formado en idiomas. Mi experiencia personal (con algunas excepciones) es que esto es cierto, desafortundadamente. Creo que esto también es algo a tener en cuenta en futuras leyes o en el tan deseado pacto por la educación.
Espero que ninguna ley se acabe llamando LOL... jajaja
¡Un saludo!
¡Hola, Ana! Sí, esto es un sinvivir de leyes, que dan un paso hacia adelante y dos hacia atrás. En resumen, no se avanza, se estanca el sistema o, lo que es peor, se empobrece, puesto que los profesores acaban desmotivados y hastiados. Lo cual, es un problema, ya que son los docentes y los alumnos los pilares de todo esto. Y parecen no ser tenidos en cuenta, ni valorados, ni oídos.
ResponderEliminarEspero realmente que ninguna ley se llame así, pero lo cierto es que reflejaría muy bien la reacción de todos nosotros al respecto, desafortunadamente.
Un saludiño.